lunes, 19 de febrero de 2007

¿ÚNICO OBJETIVO...? ¡FIJAR POBLACIÓN...!

En los últimos tiempos, y en todos los medios de comunicación local o regional, aparece el término “fijar población”, centrado en el territorio que conforman las cuencas del Caudal y Nalón, como uno de los objetivos ineludibles y claves para el desarrollo de las mismas. La justificación nace de la acuciante necesidad que los ayuntamientos tienen de mantener un volumen de ciudadanos tal, que les permita seguir manteniendo sus privilegios, número de concejales y ayudas correspondientes.
La empresa parece difícil de conseguir si consideramos que nuestros valles se encuentran inmersos en un proceso de sangrante emigración que vacía las arterias de sus ciudades, estancándola en el triángulo central de la región. Y que, a su vez, se incluye en otro, mayor aún, que desangra constantemente a Asturias. Pensemos sencillamente, que la Comunidad ha perdido, en las últimas dos décadas, más de cien mil habitantes debido no solo a la huida en busca de horizontes de mejores oportunidades, si no también a la evolución seguida recientemente por nuestra tasa de natalidad, en la actualidad una de las más bajas del mundo desarrollado, y que unido al constante envejecimiento de la población y su efecto biológico, define que el saldo vegetativo sea claramente negativo.
Llegados a este punto, cabria la posibilidad de analizar una de las causas de esta pérdida de población; es decir, definir por qué se invirtió el proceso de emigración de los años sesenta y setenta hasta la situación actual. En aquellos momentos Asturias era capaz de asumir y emplear toda la mano de obra que llegaba allende sus fronteras, asignándola en la industria extractiva del carbón, la elaboradora de acero o naval, y todo bajo una tutelada política autárquica, basada en el paternalismo franquista para aquellos que respiraban y compartían de sus ideas o para que no protestasen y “sacasen los pies del tiesto” los que podrían plantearse lo injusto de la llamada democracia orgánica. Un sistema político que no hizo más que lastrar e hipotecar el futuro económico de Asturias, a la vez que nos narcotizaba peligrosamente... Hoy todavía andamos un poco “zombis”, dando palos de ciego, buscando la salida, a tientas, sin saber muy bien por dónde.
En palabras de Claudio Sánchez Albornoz, son los vaivenes de la Historia, a los que los hombres, poco inteligentes y que solo consideramos nuestra real gana, no les prestamos la atención que se merecen.
Los mismos vaivenes, flujo y reflujos, que a la luz de los nuevos tiempos, de globalización económica, llevan a la necesidad de que las políticas locales definan partidas y actividades cargadas de euros y necesariamente de ingenio para fidelizar elecciones de domicilio y entorno vital.
No podemos esperar que un ciudadano prefiera quedarse en el valle que le vio nacer si no dispone de trabajo en el mismo; ni de buenas infraestructuras y servicios públicos de transporte reales, que no fruto de alguna calenturienta imaginación, para llegar en el menor tiempo posible al “curro”, si éste se encuentra fuera de su entorno próximo. Ni tampoco si no se le provee de una estancia agradable, en entornos cuidados, con servicios plenos y calidad de vida adecuada. De no ser posible todo esto, y más aún, la batalla está perdida y seguiremos sufriendo la huida hacia las zonas capaces de generar recursos seductores e ilusión por la vida.
Hoy recuerdo el refrán que tantas y tantas veces repetía una de mis abuelas, la madre de mi madre, y que rezaba más o menos así:“la vaca nun ye de onde naz; ye de onde paz...” “Ver, veremos...”

Heri Gutiérrez García.

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