lunes, 20 de octubre de 2008

A LA MUERTE DE LA TARDE


crispada en el sol y en el estiércol de su cielo
azul trizado revuelta del temor
estético entredicho encendido aturdido
a la muerte
la garra la casilla una mano de jazz
y jarrones de las sombras
de algún instinto infinito cercenado en la paleta del pintor
de algún cordón lluvioso abortado en la tiniebla
de algún olor absurdo y su invertebrado desarrollo de luz
de algún nubarrón torcido y su sentimiento de lluvia
Ellos lo esperan aunque no puedan ver
son gigantescos cíclopes tarados ciegos y vacíos
murmurando su apocalipsis sobrehumano
guarnecidos en la niebla
Ellos lo esperan lo esperarán siempre
impertérritos y mudos
sudando su eternidad de piedra
y su cínico amor por los paraísos desolados
Allí estarán clavada la mirada
en los haces de discontinuas carreteras
en los caminos sinsentido
en su cielo de ajenjo imaginado
y de pacharán hostil
Nacarado en trono esperan
Divagan
Asumen
Crispada la muerte indefinida
—no pudo ser otra cosa—
sucumbiendo el celuloide del cerebro
el nervio óptico de su asunción
¡Derrámate oh dios por este vertedero!
¡púdrete tú también en la basta iniquidad que te rodea!
¡encuéntralos jugando su duelo misterioso
y aferra tu voluntad a la suya a la nuestra
y déjanos amar para seguir viviendo!
¡Diluye este martirio!
¡Alza el puño leve de tejido imperceptible
rodeando con los brazos
la tibia constelación de sus regazos deformes!
Así a la muerte a su muerte
en la tarde
crispada
mente en el sol y en el estiércol de su cielo
su agonía trivial su temor absurdo
nuestro miedo
estético entredicho
olerá sol viento cielo la garra la casilla
para en la mano de jazz que levanta
penachos de humo en su firmamento ruinoso
alzar el cáliz la unión la dicha
hasta sus palabras deformes
a su deseo inútil
y ser ser vivo en su grandiosidad hipnótica e infame

Francisco J. Lauriño
Tanto el poema como la fotografía son originales de Francisco J. Lauriño y se encuentran en su primera versión en http://www.librodearena.com/lauro/blog

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