
Por PAM
Casi coincidiendo con mi reciente diatriba contra la iniciativa de Almudena Grandes ( y se supone que de alguien más) alentando a través de su habitual columna en el periódico El País la creación un nuevo partido de izquierdas en España, las vicisitudes de dos formaciones políticas con tres y dos años de vida respectivamente, han venido a recordar lo difícil que resulta sustraerse al autoritarismo, cuando no a los intereses de quienes nunca se presentan a las elecciones pero siempre son los verdaderos candidatos. Y es que más acá de la crisis económica, de la financiación autonómica, o de los fichajes futboleros del Real Euro (antes, Real Madrid), la idea de crear "algo nuevo", "algo diferente y original", "algo que supere los errores del pasado", y por supuesto que "ofrezca nuevos motivos de esperanza", siempre resulta atractiva ante el cansancio o el desencanto que suele crear lo conocido, lo sabido, lo experimentado. Hablando en plata: echar el cerrojazo a la izquierda que representan el Partido Socialista e Izquierda Unida.
Ocurre sin embargo que la realidad, siempre tozuda, deja en evidencia una y otra vez, aquí y en el mismísimo extranjero (véase la vecina Francia con su reluciente partido anticapitalista), que no siempre la aparición de nuevas ofertas políticas permite superar viejos errores; todo lo contrario, casi como si de un mal endiosado se tratase, las críticas que los descreídos solemos hacer a la izquierda tradicional (su acusada tendencia al personalismo, el miedo a la democracia interna, etc) se presentan acrecentados en esas organizaciones que parecen nacer de la nada, aunque los malévolos hablen simplemente de la sinsustancia. Les cito lo que está ocurriendo con Ciutadans y Unión, Progreso y Democracia.
Ciutadans nació en Cataluña en el año 2006 como respuesta "innovadora" al nacionalismo de Convergencia y Unió y de Esquerra Republicana, pero también para combatir a la "vieja" izquierda. Tras un breve éxito inicial, en el que Ciutadans consiguió tres diputados en el Parlamento de Cataluña, este nuevo partido, que contaba con apoyos tan preclaros como los diarios El Mundo, La Razón y el ABC, la emisora episcopal COPE, y el grupo mediático Intereconomía (propiedad de un ex diputado catalán del PP), comenzó a "morir de éxito" bajo la tutela inflexible de su máximo líder, un joven llamado Albert Rivera, cuya aportación más conocida a la renovación de la actividad política partidista fue presentarse a las elecciones con un cartel en el que aparecía desnudo. Ese autoritarismo alcanzó su cenit poco antes de las pasadas elecciones europeas tras decidir unilateralmente integrarse en una candidatura llamada "Libertas", cuyos principales apoyos procedían de la extrema derecha europea. Ahora, Ciutadans vive una grave crisis interna al abandonar el partido dos de sus tres diputados en el Parlamento catalán y sentir cada vez más cerca en la nuca el aliento de su hermano de sangre UP y D.
El caso del partido de Rosa Díez es aún más claro. Tras una estrepitosa derrota como candidata a dirigir el Partido Socialista en el congreso en el que fue elegido nuevo secretario general José Luis Rodríguez Zapatero, la ex consejera de Turismo del Gobierno vasco y posteriormente eurodiputada, inició una deriva hacia el llamado "nacionalismo español" que al principio hizo mucha gracia al PP, amén de contar con el apoyo de la Brigada Mediática (ya saben, El Mundo, la COPE, etc, etc) por el simple hecho de considerar que la ex socialista iba a robarle muchos votos al PSOE. Lo cierto es que no existen datos fiables sobre la procedencia de los votos que llevaron a Rosa Díez a ser elegida diputada por Madrid, pero lo que sí ha podido constatarse es que uno de los fundadores del partido, Mikel Buesa (hermano de Fernando Buesa, el dirigente socialista asesinado por ETA) acaba de abandonarlo tras acusar a Rosa Díez de "autoritaria" y de tomar decisiones sin contar con el resto de la dirección política, tal como ocurrió dos semanas atrás cuando la diputada de UP y D no solo anunciaba su oposición al cierre de la central nuclear de Garoña sino que planteaba al Gobierno de Zapatero la necesidad de crear una segunda central nuclear, es decir, Garoña 2. Junto a Buesa, han abandonado o han sido expedientados durante los últimos meses los coordinadores de UP y D en Andalucía, Aragón, Segovia, La Rioja y Zamora.
Ante esas crisis, y para comprobar que contrariamente a lo que pregonan sus propagandistas las respuestas son siempre las mismas, Ciutadans y UP y D han reaccionado de la misma forma que podría haberlo hecho cualquier otro partido de derechas o de izquierdas: "aquí no pasa nada...", "son crisis de crecimiento...", "mientras se van algunos militantes entran muchos más..." etc, etc.
Si no fuera porque todas estas historias solo sirven para incrementar la frustración y decepciones por doquier, que no contribuyen en nada al prestigio de la ya muy depauperada actividad política, y que en última instancia son el mejor de los alimentos para que los poderes ocultos manejen a su antojo a ciertos personajes, bien podría pensarse que esas "nuevas formas de hacer política" de Rosa Díez, Albert Rivera y quienes les aplauden con las orejas, no son otra cosa que una especie de dibujos animados que viven en un mundo personalista e irreal, pero sobre todo deberían llevar a la reflexión a quienes abogan por otro partido nuevo más, por otra vuelta de tuerca a la historia, para que antes de lanzarse a la piscina se tienten bien el ropaje ideológico, los entusiasmos mediáticos y los apoyos ocultos, no vaya a ser.
Fuente EL OJO DEL CÍCLOPE, espacio digital transoceánico
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