Cantaba “Gato” Pérez; o no era más bien Rubén Blades creo, algo así como “La vida te da sorpresas; sorpresas te da la vida...” Parecido debieron saborear los sabios de Constantinopla cuando, en plena marabunta del ejército turco, amenazante a las puertas de su ciudad, discutían sobre la posibilidad de que los ángeles del cielo, que no de Charlie, tuviesen sexo o, mejor dicho, género; ya que aquél, si son almas incorpóreas, es difícil que lo practiquen. Lo mismo que padecieron, sobre su yugular, los conejos de la fábula de Samaniego cuando, en su pedante disentir sobre la raza de los cánidos que les amenazaban con sus ladridos, agotaron la moratoria que les otorgaba la distancia, acortada a medida que se incrementaba la claridad con que se escuchaban los amenazantes aullidos de los perros de caza. Toda esta prosopopeya de despropósitos; este desajuste de opiniones, que no taras congénitas, se repite en el tiempo, a lo largo de la historia, pasada y reciente, da lo mismo.
Estas Navidades, aprovechando que todos vuelven a casa a recibir el calor, cariño y regalos de sus familiares y también a darlos, tuve la oportunidad de compartir conversación, en la oscuridad de un pub del vecino Xixón, con una compañera de promoción que llevaba casi una década trabajando en Madrid. Se encontraba desorientada al ver que en Asturias, con una población inferir a la quinta parte de la Comunidad Autónoma donde “pacía”, los atascos de tráfico eran casi de la misma magnitud. Se le hacía imposible. Le comenté entonces, que llevábamos más de tres años en una renovación continua en la red de carreteras. Además cuando se finalizan dichas obras, o incluso antes, ya se ha comprobado que han quedado obsoletas. Le recordé, al hilo, que en Madrid existe una jocosa broma a cerca de las obras de la M-30, que dice: “ El alcalde de la Villa está buscando un tesoro y no sabe donde está...” En Asturias buscamos la “piedra filosofal” que nos permita desatascar las carreteras. Difícil misión por que el parque móvil de la región crece a la velocidad que lo hace; máxime cuando existen infinidad de estrategias de venta de vehículos que permiten a un chico, con su primer empleo remunerado, en torno a 400 €, comprarse un coche de 36.000 €, financiándolo a diez años... Y las espaldas de papá soportan el cargo.
Al ver que me “calentaba” en exceso, rajando sobre manera, me interrumpió preguntándome por las soluciones más factibles. Algo normal, ya que la deformación profesional de un economista, siempre le obliga a buscar salidas, y así me lanzó el guante. Sin ser especialista en infraestructuras ni redes de comunicación le dije, la solución pasa por mejorar los servicios públicos de transporte, haciéndolos más rápidos, cómodos y eficientes. Con políticas basadas en subvenciones a las empresas que renueven sus flotas de vehículos y ayudas a la innovación. Y por qué no; gratificando el uso de dichos medios, en vez del desplazamiento en el coche propio. Así “de una tacada” podríamos ir limpiando el Medio Ambiente.
Volvió a interrumpirme con la casi convicción: Estás hablando del tren – tran; no...?” Se me pusieron los pelos como escarpias. Mi amiga había abierto, sin querer, la caja de Pandora; los turcos me mordieron la yugular y los perros y los conejos asaltaron mi Constantinopla, o fue al revés; ya ni me acordaba de cómo iba la “película”, tal fue es susto que llevé. Recordé al inefable “ Chiquito de la calzada”, no la de Xixón; y su no menos popular y fricky “ No puedor...”. Todas las disensiones o discrepancias , no diré acusaciones, que se habían cruzado, en las últimas fechas, entre sindicatos, por un lado, y Gobierno del Principado y Ayuntamientos, por el otro, se me hicieron patentes. Como pude, tragué saliva y le demostré que ambos grupos tenían su parte de razón o, al menos, esa era mi honesta opinión. Se necesita un estudio inicial, adjudicable al Presupuesto del Principado, en la partida que mejor convenga, que contemple variables geográficas, locales, poblacionales, ahorro de tiempo, reducción de contaminación, coste del billete, liberalización de espacios, etc. Una vez realizado, una mesa de trabajo multidisciplinar analizaría la bondad de ese medio de transporte. Debería ser rápido, cómodo, seguro y económico para seducir. No puede generar cuellos de botella en los núcleos urbanos o fuera de ellos. Y finalmente respetuoso con el medio ambiente...
De no ser así; de servir solo y exclusivamente un reclamo turístico que atore más aún la circulación, no sería viable.
Valga esta imaginaria conversación para dar una opinión más, sin ningún tipo de acritud, sobre uno de los temas de moda en nuestro Valle del Nalón.
Heri Gutiérrez García.
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