jueves, 19 de marzo de 2009

PAUL KRUGMAN Y LA ECONOMÍA DE DIVÁN

Hace tiempo dediqué unas líneas al economista Paul Krugman por habérsele otorgado el premio Nobel de Economía en 2008, cuatro años después de que hubiese ganado el Prícipe de Asturias de Ciencias Sociales. Aquel artículo fue escrito por un humilde economista de El Entrego al que consideré un mito por su oposición a la Economía Neoliberal que dirige las riendas del loco mundo actual; un rebelde, con causa, que no se mordía la lengua, desde su cátedra de Princeton o desde las columnas del “New York Times” para asegurar que las crisis económicas que sacuden a los países del mundo en la década del noventa entran en mecanismos complejos que propagan sus efectos hacia diferentes regiones del mundo y causan reacciones en cadena que provocan cambios inesperados en diversos lugares, de manera que lo que beneficia a un país puede perjudicar gravemente alhgunos o fortalecer a otros. Las crisis en los 90 constituyeron una alerta que indicó que los problemas de la década de los 30 habían vuelto al escenario mundia. la demanda agregada era otra vez incapaz de aprovechar la capacidad productiva instalada, mientras los economistas neoliberales insistían en la capacidad del mercado para corregir los desequilibrios mediante la flexibilización de los salarios y los precios. Estos economistas cayeron en el error de subestimar las recesiones y se concentraron únicamente en el cambio tecnológico y en el crecimiento económico a largo plazo, mientras que en la práctica todas las economías sufren recesiones que destruyen los progresos anteriores. no hay una serie de medidas recomendadas para aplicar para cualquier caso, sino que se debe responder de acuerdo con las diferentes situaciones, y además, propone analizar a fondo el carácter de las crisis, pues son evidencias de problemas estructurales que deben ser solucionados. Como sucedió en los años treinta, los cambios necesarios son obstaculizados por doctrinas dogmáticas de una ortodoxia obsoleta. Y esta no era otra que su gran enemiga; y la mñia, la Economía Neoliberal. La que defiende que el estado no debe intervenir para nada, pues el propio mercado se sirve de si mismo para reasignar las situaciones ineficientes. Todo llega al equilibrio, por un juego de fuerzas invisibles, místicas y casi metafíscas. Según el amigo Adam Smith, la “Teoría de la Mano Invisible”...!Y un “guevo”!... ¡Ya véis como “tamos”...!
Y desgraciadamente, profesor Krugman, le gente no te hizo caso y la “recrisis” nos abrumó colgando de nuestros pies en el borde de la primer década del siglo XXI.
Pero hoy, a finales de marzo, cuando me encuentro escribiendo este artículo para colaborar con “Casi”, siento decir que me has defraudado... ¿Te has cansado de luchar?... Tú que tan crítico fuiste con la política económica de “Dark Bader”; ¡AY no; perdón... G.W. Bush!, al perder el referente al que atacabas y golpeabas inteligentemente desde tu columna del “Times”, como se destroza a un “pelele” de cartón piedra ¿ Te sientes perdido?...Tú; que comprendiste que la política, los intereses de ciertos grupos y la manipulación amarran las entendederas de los que “saben” de Economía y así lo criticaste ¿ Has sucumbido ante los sicarios del mal?. Tú; que conseguiste predecir el “frenazo” de Japón y de otras economías asiáticas, donde el crecimiento no se basaba en la eficiencia de su capacidad tecnológica, sino más bien de sus incrementos en mano de obra, no especialemnte bien pagada, y de inversión, en algunos casos por encima de lo necesario.
Has dicho en Madrid y en Sevilla, que tiene un color especial, que solo la impopular medida de rebajar salarios y precios frenarían la recesión. Y yo te pregunto: ¿No es asa una medida Neoliberal?. Tú sabes infinitamente más que yo, pero me parece que si esa es la solución, la frustración caería sobre las cabezas de los mismos; y eso no me parece justo. ¿ No es más interesante conseguir que una economía agragada sea más competitiva? Y ¿No se consigue eso invirtiendo en tecnología punta para que los factores sean más productivos?. Y si esto se consigue; las empresas que empleen esos factores más eficientes no conseguiran ser más competitivas. Finalmente; si las empresas son mas capaces y, a la vez, emplean trabajadores, que al ser retribuidos en función de su mejor productividad, cobrarían más, por que asi lo merecen ¿no conseguíamos que las economías en su conjunto, por pura suma agragada, sean más “potentes”?
Creo, en mi supina ignorancia, que las crisis estructurales, son más bien causadas por la desigualdad y los desequilibrios estructurales que existen en los países del mundo y entre las clases de los mismos. Porque desgraciadamente, este “sinvivir” del juego del riesgo desenfrenado ha llevado a la catarsis de algunas economías, por causa de las imprudencias de ciertos sectores de las mismas; y claro, como tú bien dices, luego se aplica la teoría del dominó y todas las fichas se ven arrastradas, unas tras otras. Lo terriblemente “jodido” del tema es que cuando las depresiones son tan graves, en la baraja “pintan” guerras, porque las armas se gastan rápidamente, y si la escalada bélica dura mucho, se “tira” de maquinaria militar y se movilizan a, entre otros, los parados...Y tú has vaticinado que el fin del tunel esta aún lejos. Espero que, por el bien de todos, te equivoques. Sino; estamos...para ir todos a tirarnos encima del divan de un psiquiatra antes de saltar por la ventana de la desesperación. Por ello, y aunque el futuro, según Krugman, no nos depare nada bueno; Carpe Diem, amigos.
Heri Gutiérrez

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