viernes, 19 de febrero de 2010

LA PEINETA DEL EXPRESIDENTE


Si preguntásemos a nuestros mayores que es para ellos una peineta, nos contestarían seguramente que se trata de un complemento que las folclóricas como, “Lola” Flores o “La Pantoja” adosan al moño que recoge el pelo en la parte superior de sus cabezas y que es parte de muchos trajes típicos regionales. Para los que practicamos y amamos el atletismo, es el nombre del estadio que se encuentra a las afueras de Madrid; muy bueno, por cierto, para las pruebas de velocidad. Pero desde el pasado jueves, tal sustantivo adquiere una nueva dimensión; lo pudieron comprobar los alumnos de la querida facultad de Económicas de la Universidad fe Oviedo, allá perdida en el campus de “El Cristo”. Y a fe que hizo justicia a su santo; y se armó tal. Los allí presentes, lástima no haber podido ir a aprender, por motivos de trabajo, recibieron una lección magistral del doctor Aznar, supongo que sobre economía internacional, aunque según los títulos de crédito vistos en prensa, versaban sobre temas más locales, avatáricos y por todos conocidos. Se introdujo en ambiente con un “hay algunos que no pueden vivir sin mi”. Tal parecía que emulaba al cantante de “Los Secretos”, famoso grupo de los 80', en una conocida copla. Al final de la clase magistral; los mal intencionados, pensaron que el Sr. Aznar quiso insultar a quienes disentían de sus planteamientos correspondiéndoles con un saludo atávico, mano en alto, dedo corazón en sable enfilado al cielo y el resto encogidos, riendo socarronamente, como solo él sabe. Yo que no soy tan zafio y que conozco el tesón y valía personal del expresidente, bruñidos ambos durante miles de batallas al acero ardiente de muchas series de abdominales, recordemos foto del pasado verano, marcando; no me lo creo. Sé que en su intención estaba conminar a los jóvenes estudiantes, tunos en su mayor parte y malinformados seguidores del descerebrado “Wayomin”, para quedar con ellos esa noche y charlar en tono amigable y distendido, en fechas de “Carnavalis Ovetensis”. Indicándoles, para que lo reconociesen, que saldría disfrazado, con una peineta en la cabeza. Seguro que no me engaño; estoy convencido que una figura pública, de cariz mundial, que dirigió España, durante ocho años, no puede responder a las provocaciones de los marxistas embriones de economistas con insultos; no me imagino a Suárez a Calvo Sotelo o Gozález en un trance igual; y dudo que Zapatero, en un futuro más o menos próximo, ya en el retiro político, corresponda en similar conducta. Por eso; empíricamente, es imposible que el Sr. Aznar, ponente de reconocido carisma, y orador versado en Derecho Internacional haya sido tan descortés, con la concurrencia, sabiendo que le iban a provocar. Porque en la teoría de resolución de conflictos se explica que aquel con mayor bagaje en formación y educación es el que dirime el enfrentamiento elegantemente. Él que además se tiene como poseedor de la más pura irónica Cervantina; quintaesencia de la cuaderna vía, poeta tal Quevedo y amplio acervo cultural. Él siempre critico, desde la oposición, con los estilos tiránicos y despóticos de su antecesor, al que animaba a abandonar errores y cargo; que compartió mesa, mantel y foto con la “creme de la creme” de la política internacional de su momento, léase G.W. Bush & T. Blair... Allá en las azores. Ni mucho menos; su vasta formación le permitiría romper el protocolo ni el respeto al precepto educacional, bajo filosofía y querida bandera del “Gaudeamus”. No puede ser; me daría algo, perdería mi inocencia y sucumbiría a la edad adulta. ¡Dios mío! “Líbranos de todo mal...” cantaba “Gato” Pérez. No permitas que la prepotencia reine en el mundo, ni que éste sea puesto por montera, o peineta, según gustos. Porque la razón y el equilibrio garantizan la vida democrática y sus opuestos, el descrédito. La fuerza moral ganada en el recuento estacional de lanzas tribales debe impedir la vana y fatua pretensión del “conmigo o en la reserva”. Sea quien sea el interlocutor del momento y los potenciales reservistas. Mucho nos queda por andar.

Heri Gutiérrez García.

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