miércoles, 5 de mayo de 2010

Karl Marx











Al Cementerio del Este, en Highgate, se accede a pie atravesando un hermoso parque. Pero para llegar al Waterlow Park es preciso subir una empinada cuesta desde la estación de metro de Archway, a cuya salida un letrero reza: '¡Cuidado! Mantenga a salvo sus objetos de valor. En esta zona actúan delincuentes callejeros'. Así que hicimos el recorrido con más miedo que vergüenza, como suele decirse.
No tuvo la caminata, sin embargo, mayores consecuencias, quizás por ser a las diez de la mañana, pero se preguntará el lector qué nos llevaba, turistas en la capital británica, a un entorno menos acogedor que la plaza de Trafalgar o las terrazas del Soho: muy sencillo, en Highgate resposan los restos de Carlos Marx, y uno, que siempre ha sido algo mitómano, quería dedicarle un recuerdo al insigne e influyente pensador.

En un monolito de mármol, de dudoso gusto, coronado por una descomunal cabeza del filósofo, y aparentemente erigido en los años setenta del siglo pasado, aparece, con letras doradas, el consabido mensaje ‘Trabajadores de todos los países, uníos’, sobre el nombre del difunto.

Dos ramos de flores frescas dan fe de que aún quedan románticos en el mundo y de que, pese a lo poco marxista de ese poético proceder, al fin y al cabo, de bien nacidos es ser agradecidos y recordar al viejo Carlos, bajo cuyas barbas muchos comprendimos el mundo y supimos ser críticos con él: me impresionaron esas viejas barbas pétreas y quiero que también me sea aplicable el dicho del agradecimiento. Vaya, pues, por nuestro viejo Marx un brindis en tiempos extraños y pensemos que los vericuetos del comunismo y de la filosofía materialista no han de quedarse tan sólo en los restos revolucionarios de una juventud, la mía, ya un tanto lejana. ¡Va por usted, Maestro!
Fuente
http://bluesdelalunaquenosmira.blogspot.com/

1 comentario:

Francisco J. Lauriño dijo...

Rediez... mete los afotos bien, ho.