domingo, 18 de julio de 2010

ORGULLO DE SER... HUMANO

Muchos de mis conocidos dicen que soy ciertamente idealista, algunos van más allá y me llaman utópico recalcitrante y los que tienen mucha confianza, amigos en varias guerras y refriegas a brazo partido desde la infancia, que incluso se me aflojaron los tornillos hace tiempo y como el que no engrasa los ejes los tengo abandonaos . Pero para bien o para mal esa es mi naturaleza, así me parió mi madre. El pasado domingo, un día largo, caluroso y gris plomizo, vencidas sus postreras luces y a eso de las once de la noche Iniesta, un manchego de menos de uno setenta de estatura y formado en “La Masía”, agarró en el área, con el guante de su pierna derecha - lo mismo da que fuese la izquierda – el indómito Jabulani, tan difícil de amedrentar como el elefante que significa en la lengua IsiZulú, mayoritaria en Sudáfrica, y tras un bote se empeñó en clavarlo dentro de las redes de la portería Holandesa. Tras casi dos horas corriendo y esquivando las patadas de los rivales, aún tuvo oxígeno suficiente en el cerebro para descamisarse, a costa de una tarjeta amarilla, en la celebración y recordar a un amigo y compañero de profesión recientemente fallecido de infarto súbito, Dani Jarque. Pero sería injusto pensar que solo el bueno de Andrés es el responsable del triunfo, hubo paradas de Iker y entrega sin concesiones de nuestro Guaje, Puyol, Piqué... Y todos sufrieron un juego ramplón y decepcionante del subcampeón. Hay en ello más profundidad y mucha miga que amasar, un cúmulo de errores anteriores de los que se aprendió, la aportación de un equipo, en todo el sentido de la palabra y una historia previa larga. No es que me quiera retrotraer a el momento en el que el primer homínido se alzó sobre sus cuartos traseros – ¡quién sabe por qué! - allá en Atapuerca o aquí en Sidrón, pero casi. Más lejos, cuatrocientos ochenta años antes de Cristo Leónidas y sus leones de Esparta hicieron frente a las tropas persas, infinitamente superiores, de Jerges. Comenta la la Historia, que este emperador queriendo romper el tesón de los hijos de la polis griega, les narró como motivaba con suculentos premios y en la oscuridad de la noche a sus miles de arqueros para que clavasen sus flechas en la luna, de tal guisa que, según su razonamiento, en la batalla de las Termopilas, sus dardos oscurecerían en sol. A esto, el León “rigió” con un lacónico “Pues si es así, lucharemos a la sombra”. Algo similar nos han demostrados los chicos de Del Bosque. Han sido capaces de imponerse a tretas que intentaban sembrar la discordia en las filas del equipo. No olvidemos los “reportajes” sobre como la presencia de una periodista profesional, como Sara Carbonero, a la sazón novia de Casillas, podría romper la unión y ablandar las manos del “capi” o las declaraciones del dios Maradona sobre los errores de puntería de nuestra escuadra y que decir de las opiniones, acertadas o no, del antiguo seleccionador D. Luís Aragonés. Pero permitidme que os diga algo que verdaderamente me duele más. Desde mi punto de vista, mío y nada más, lo más penoso cunde sobre las ¿razonadas? aportaciones patrias de varios “Sacamantecas” encargados de velar y certificar la unión de la Nación Española. ¿En qué cabeza cabe, que la región de la que venga un deportista le hace más o menos separatista?. ¿Acaso los andaluces, canarios, gallegos o astures no llevamos la enseña autonómica con nosotros y eso no nos obliga a ser independentistas? ¿Existe una identidad local, regional, nacional o supranacional que resulte más importante que las demás?. Los antropólogos, que de esto saben un rato y nos “sacan” años luz, consideran que existe una fina línea que separa la relatividad cultural del racismo y la xenofobia. Lo mismo que la que hay entre la integración de culturas y el totalitarismo. Y creedme cuando os digo que según quien sea el interlocutor, la sardina que se asa con el ascua aproximada es distinta. Solo conozco el reciente caso de un jugador catalán que se negó a vestir la camisola nacional, se llamaba Oleguer y era defensa del Fútbol Club Barcelona, doctor en Historia y escritor de varios libros. Creo que actualmente juega en Holanda. El problema, amigos mío, está en querer hacer política de todos los aspectos y eventos en los que el ser humano actúa, olvidándonos que lo importante es Ser Humano, integrador, social, solidario y sin fronteras. Y eso, a mi juicio, constituyó – más allá de los punibles seiscientos mil euros de la bolsa – la lección que los chicos de la selección nos ha brindado. Por cierto, también hay sectores, de esta piel de toro que es España, a los que no les agrada el apelativo totalmente neutro de ”la roja”. Claro, también hubo épocas donde solo era colorado y pegaban a quienes escribían con la izquierda. Y lo jocoso es que, como todo trasmuta, quienes otrora te daban en la mano hoy son abanderados de la nueva pedagogía de la educación. Que por cierto, debe mejorar mucho para no ser alienante y si capacitadora. Al tiempo.
Pero este triunfo es más que un trofeo deportivo. Por ejemplo, los colegas economistas, que laborean sobre mercados financieros, apostaban porque la victoria española supondrían una subida del PIB en torno a siete centésimas y la derrota una caída de dos. Y ¿ Qué ocurrirá con las empresas que prometían descuentos o regalos si España ganaba el mundial?...¿Estamos todos locos?. No sé, quizás.
De lo que sí estaba seguro era de que, tarde o temprano, el “capi” iba a “vengarse” ante las cámaras de las fantasías periodísticas que le salpicaban a él y a Sara. Va por ti, amigo. Yo seguramente habría hecho lo mismo, a pecho descubierto y bajo las flechas del globalizador Jerges.

Heri Gutiérrez García

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