martes, 22 de febrero de 2011

EL SABER ABSTRACTO


Hace unas décadas, John Ogbu, antropólogo nigeriano desarrolló su carrera en torno al sistema educativo americano, centrándose en los aspectos negativos. Sus tesis pretendían destruir los marcados sesgos racistas, biologicistas y discriminadores que referían el fracaso escolar de las minorías afroamericanas e hispanas en la “cabeza del imperio”. Se planteaba una serie de preguntas; a saber: ¿Qué pasa con los niños negros en la es cuela? ¿Por qué su situación de marginación? ¿Por qué se da más éxito escolar en inmigrantes que en los negros norteamericanos? ¿Por qué, bajo situaciones similares, lgunos grupos minoritarios van bien en la escuela mientras que otros no? ¿Por qué los afroamericanos van peor que los blancos que tienen semejantes orígenes socioeconómicos? ¿Qué tipo de minorías tienen más problemas en el ámbito escolar? ¿Qué explicaciones se dan al rendimiento escolar deficiente y al llamado comportamiento ‘disruptivo' de los alumnos de grupos minoritarios -raciales y/o culturales- ?
Básicamente sus conclusiones fueron totalmente distintas a las planteadas por la comunidad científica que versaban sobre supuestas incapacidades científico – genéticas o por la procedencia del nicho ecológico, es decir, por vivir en barrios marginados. Pues bien, el bueno de John, rompió con todos estos “San Benitos” y plantó cara al problema desde la valiente perspectiva de la incapacidad del sistema. En otras palabras; que el modelo educativo, en teoría, potenciaba la capacitación para el mercado laboral y se olvidaba del “Saber abstracto” que es el verdadero motor de las civilizaciones. Más o menos, y sin irse al ideal renacentístico, sería capacitar para aprender. De esta forma, aquellas minorías no dispondrían de “modelos” de los que “copiar” el desarrollo profesional – lejos aún y por llegar el “triunfito” Obama -. Solo podían salir del arroyo, corriendo los cien metros en menos de diez segundo o “canasteando” como una máquina de hacer churros desde más allá de los seis veinticinco. Pero claro, como diría un entrenador racista, eso exige sudar y por ello es más fácil quedarse en el gueto. Ogbu se bate contra toda esa mierda de planteamientos, replicando a la mayor y presentando el caso de otra minoría, la asiática, que consigue robar protagonismo a la propia mayoría blanca tanto en el mundo empresarial, como en el Universitario. Y como París bien vale una misa; lo justifica diferenciando o inmigrantes, que serían las que arriban “por su gusto” considerando que las barreras sociales y las de la escuela son superables y requiso sinequanum para ascender y minorías involuntarias o de casta que sería el caso de negros e hispanos, descendientes de esclavos, los primeros, y de exilados los segundos. Todo como prerequisito para poder trascender.
Si buceamos un poco en el sustrato social que nos sirve de líquido amniótico, nos topamos con chorretones espesos, a modo de programas televisivos, donde nadan a sus anchas, triunfit@s, grandes herman@s, expertos en la prensa del corazón diversos y “gualtrapas” de medio pelo que profesan, en rito ancestral, irracional y para nada iniciático, el culto a futuribles presidentes del gobierno español, de caja de muñecas, como Dña. Belén Esteban...¡ No sé cuándo se dará cuenta de la burla que la cadena “amiga” hace de su persona, de la mano de sus inseparables trovadores de la basura nuestra de cada día.
Con tal docencia y falta de decencia es fácil que los jóvenes tiren por la calle del medio y se rían cuando alguno de sus “mayores” les informa de la realidad, en ciernes, a la que se enfrentarán. Estamos siendo arrastrados por una corriente, de la sinrazón. Programas como “¿Quién vive ahí?”, “Mujeres ricas”, “Hijos de papá”... ganan por goleada a otros más sociales como “Callejeros” o científicos como “Redes”.
De esta guisa, es normal que los papás protesten cuando alguno de los “malvados” profes que suspendemos, en cualquier nivel, a cualquiera de sus hijos. ¿No se acordarán de lo que les costó a ellos llegar a donde están?. Es jodido tener que levantarse a las cinco de la mañana; pero ¿no lo es más enfrentarse al mundo “en bolas”, sin más armas que la prepotencia y el orgullo desmedido? Mientras tanto y como siempre, esperando a que estalle la tormenta. Carpe Diem, amigos.


Heri Gutiérrez García

La imagen está tomada de http://ruizdequerol.wordpress.com

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