jueves, 5 de mayo de 2011

EL CALAMBUR NUESTRO DE CADA DÍA, DÁNOSLE HOY

El calambur término que en origen viene del italiano "bromear con el cálamo” es un juego de palabras que, basándose en la homonimia, en la paronimia y polisemia, consiste en modificar el significado de una palabra o frase agrupando de distinta forma sus sílabas. Esta ella explicación que da la Real Academia de la Lengua Española a la figura literaria sobre, cuyo significado quiero centrar la columna de este mes de mayo, en flor, esperemos. No pretendo dar clases de Literatura a nadie. Estaría bien, que lo hiciese alguien que usa las letras para, a hachazos, contar suculentas y calenturientas historias febriles de la conciencia. Ni se me ocurriría más que usar el genio del gran Quevedo para ejemplificar lo que quiero narrar. Así llamó "coja" a la reina Isabel de Borbón, primera esposa de Felipe IV, que lo era realmente y a la que le enojaba mucho toda mofa hacia su discapacidad. Cuenta la historia que tras apostar el pago de una cena con sus colegas de vino pellejero y peleón, compró Quevedo dos ramos de flores: uno de claveles blancos y otro de rosas rojas, y se presentó ante la reina en la plaza pública en la que ésta se encontraba. Con una cortés reverencia, extendió los brazos ofreciéndole uno en cada mano y a continuación recitó a la reina los dos versos que harían que sus amigos le pagasen la cena de la apuesta. Y dijo así: “Entre el clavel blanco y la rosa roja, su majestad escoja”.
Lo que no debe olvidásernos es que tras la burla grotesca a la tara física, estaba una mucho más profunda que versaba sobre la “profesionalidad” de los monarcas de la época, en unos años en los que el mercantilismo – tatarabuelo del actual sistema neoliberal – era el engrudo de los imperios coloniales, allí donde no se ponía el sol.
Siglos después, yo que soy discípulo tardío de Platón, no por mis dotes filosóficas, sino por lo que significa una de sus obras, La República. Al respecto, recuerdo haber escrito algo sobre “El Mito de la caverna” , un relato en ella inmerso, en otra de mis correrías por Ciudad Lineal, así que este mes toca la explicación Platónica de la Tiranía ejemplizada en enfermedad. A través del mito del hombre lobo, Platón, compara al tirano con el devorador carne humana y destructor de sus adversarios, pero, a su vez, disfrazado de cordero promete repartir tierras y bajar los impuestos. Se rodea de una guardia personal y comienza la depuración de los ricos a los que expulsa o mata mientras con las masas se finge benévolo y manso repartiendo algunas de las tierras prometidas. Para hacerse indispensable como caudillo inicia algunas guerras de conquista lo le permitirá aumentar los impuestos a los ricos, haciéndose más popular, y mandar a aquellos de los que quiere deshacerse al campo de batalla. Comienza una pesadilla para todos aquellos que se encuentran bajo la forma de un gobierno tiránico, ya que cuanto más odioso se hace el tirano a los ojos del pueblo, aquél intentará rodearse de un ejercito mayor. Y para lograrlo, si no puede conseguir soldados fieles en la Polis, acudirá en otros lugares, para formar una guardia personal de lealtad inquebrantable. Poco a poco el pueblo comienza a darse cuenta de dónde se ha metido ya que es quien tiene que costear los gastos y tributos para sostener un ejército de mercenarios. Después de muchos rodeos, maravillosamente escritos y aconsejables a cualquier edad, llega a la conclusión de que la Educación de los ciudadanos es la única garantía de progreso futuro en libertad. Como diría el gran Manolo Preciado: “Hay que salir de la cueva pa que no nos metan goles”.
Si yo, que soy ciertamente blando de mente, o como dicen los que tienen poder, bastante utópico y escritor sin razón ni horizontes, que si padre y madre, conocidos, puedo atisbar que miles de años después las cosas siguen pintado bastos, cualquiera de vosotros, con juicio suficiente para separar las espinas del pescado y éste de la carne veréis como la “Bestia” impersonal, fáctica y sin nombre, no la del cuento, amenaza con cercenarnos el gaznate. No tenemos que abstraernos en exceso, el repaso a la prensa diaria, regala noticias que refresquen, congelen más bien, nuestras entendederas. Perlas de la naturaleza, contra natura diría yo, son las posturas de Telefónica –antiguo monopolio estatal- hoy sin más norte conocido, que el oficio de dejar a seis mil de sus empleados sin aquél y obsequiar a sus “capos” con incentivos sin justificación alguna, al menos el la frontera de entendederas racionales. Y para no ser repetitivo o tildado de merodeador sobre las mismas desgracias, solo citar los casos de Venturo XXI, Alas...La lista es dolorosamente larga; pero claro es lo que dicta la norma neoliberal, tanto monta proponer figuras de negocio al uso, vacías nimias y en algunos casos que dar palos de ciego en un mundo virtual donde se nos pone la zanahoria ante los ojos para que en grácil trote nos despeñemos cargados de hipotecas a todo confort y en cuatro ruedas, por el acantilado de las deudas, la morosidad y los desahucios.
Momento es de entonar el “Mea culpa”, aunque haya pasado la Semana Santa, tras el mes robado al cantor Joaquín. Sabina, y responsabilizarnos cara al futuro que se nos presenta. Concienciémonos que nadie nos va a dar nada “por la cara”, todo nace de la formación responsable y continua. ¿No hay otra? No, es jodidamente cierto. Salvo que toque la “bonoloto”, “euromillón, “Quinielas” varias, y eso ocurre de tarde en tarde y a pocos. No fuimos campeones del mundo, porque el “tiqui – taca” bajase del cielo como el maná le solucionó las huelgas y movilizaciones sindicales a Abrahán, sino por pegarse al balón y tragar “yerba” de prados con sabores satinados. Hasta entonces, esperando no caer entre los dos ramos de flores, claveles y rosas, aunque su majestad escoja. Carpe diem, amigos.
Heri Gutiérrez García.

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