jueves, 23 de febrero de 2012

EL INFIERNO YA ESTÁ AQUÍ

La Historia del Hombre, se escribe a partir de la historia de los hombres, y todos ellos, nosotros somos igualmente importantes. Os suelto este rollo, en plan filosófico para entrar en la “fariña” mensual de mis columnas. Hace poco, recordaba una anécdota ocurrida en mis primeros meses de escolín y más o menos fue así. Como cuando, me llegó la hora de ingresar en filas escolares – que no militares - Ofelia, directora del “Coto”, le comentó a mi madre que debía esperar unos meses porque no tenía plaza libre, y eso que por aquella los grupos eran dos veces mayores que los que los del gremio actual sufrimos a cualquier nivel; pero eran otros tiempos, lejanos afortunadamente. Retomo, que ya me iba en la astronave de Luke Skywalker. Pues bien, por ello hice una aparición, vista y no vista en el Colegio de la Sagrada Familia, osea “Les Monjes”. La encargada de pelear con un tropel de “guajes” - en mi preinfancia, yo creía que éramos, por ejemplo, mil – era Sor Daniela, ya por aquellas una venerable anciana que más allá del bien y del mal se empeñaba en meter en aquellos cocos, vacíos de materia gris y llenos de serrín, algo de cordura. Recuerdo – me voy a tirar un grandísimo “pegote” al estilo Greg House, por que no tengo ni la mas remota idea del día - que los jueves por la mañana nos tocaba “Historia Sagrada”. De esta guisa, sacaba la buena de Sor Daniela, la versión más arcaica del power- point, que no era otra cosa, que un conjunto de lienzos que iba pasando en una pizarra. La verdad es que los dibujos eran sencillamente preciosos,al menos a los ojos de un mocoso imberbe. Desgraciadamente yo por aquellas ya apuntaba maneras... Que se lo pregunten a Pablo, Felix, Armando, Milio, Vitor, Arsenio, Sonia, Esther, Aurora...y todos los, hoy colegas, que me sufrieron. ¡Va por vosotros...y por nuestra sagrada labor, mal entendida y nunca comprendida!. Vuelvo a bajarme de la nave de Luck, a patadas de Chiwaka, esta vez. Un día tocaba explicar que debíamos ser buenos porque sino iríamos al fuego eterno del infierno y yo, sin tener ni la más “repajolera” idea del jardín – no precisamente del Edén, mi nena – donde me iba a meter, levanté el brazo ingenuamente y dije, algo así como: “Hermana el infierno no existe”. Como no tenía malicia suficiente, ni me “pispé” de la cara que puso... Pero debió ser un poema según el murmullo de los mayores. Con mucho tacto y más cariño, acertó a decir “Hijo, ¿quien te ha dicho eso?”.Yo, ni corto ni perezoso, le solté “Mi mamá, hermana”. Así que Olivina, la que me nació, dándolas al día siguiente, por la mañana, “camín del Colegio”, con el artista de la mano...Al final, porque “tien muchísimes más tables” que el que os perturba, le contestó, como me dijo años después, “Hermana no-y paez que hay bastante infierno aquí en la tierra, como pa seguir sufriendo en la otra vida...?”.


Pero bueno después de toda esta historia de varias vidas - otros cuéntenles de la “mili” o de la mina, pero yo como veía menos que un caballo de “maera”, ni una ni otra – voy a soltar dos o tres dardos envenenados como acostumbro en los últimos años: Sí, que tenemos el Averno entre nosotros y disfrutándolo un montón de “hijos de diez mil demonios”, bastardos a su vez de otros tantos hermanos incestuosos de Leviatán. Con patente de corso para pisarle el alma a todos los currantes y arrancársela de un mordisco. Y por si fuera poco, con las tenazas del “Neocon”, más pútrido y hediondo, que nos castra la vida y los derechos que la contemplan. En estos jodidos tiempos – y perdón a los oídos sensibles, pero es lo que hay – más que nunca mi solidario apoyo a todos los que sufren, a los más de ciento veinte mil asturianos que viven bajo el umbral de la pobreza y a los casi cinco millones y medio de compatriotas en paro. Casi ni me quedan ganas, pero para no perder el hábito. Carpe diem, amigos.

Heri Gutiérrez García

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