martes, 23 de marzo de 2010

EN EL CORAZÓN DE LA GALAXIA

No confeccioné la presente columna hasta el último fin de semana de plazo para la entrada en talleres del periódico; Carmen me va a matar en una de éstas. No fue porque me estuviese devanando los sesos en exceso; la verdad es que últimamente cuando me exijo más de la cuenta, a penas si me salen por las orejas y fosas nasales unos hilillos de serrín tumefacto. Cómo el “gran” Lolo, genio y figura, tigre del programa 50 por 25 de TPA me comenta en el gimnasio ¡Hay veces que no hay San Pedro que te entienda cuándo escribes...! Y aunque lo diga en broma, creo que va teniendo razón, como el Alcalde de Zalamea. Pero volvamos a lo nuestro. La espera, como digo, no se debía a nada de esto; sino a que ese “finde”, en que la primavera llegaba, sin saber cómo, se iban a dar un par de “jaques” al imperio. El primero y deseado, por parte del queridísimo Sporting de Xixón, al todopoderoso Real Madrid de la galaxia blanca y del “Dark Bader” Forentino. El segundo era el pulso que un chico Hawaiano, de ascendencia Nigeriana, quería echarle a los USA con una iniciativa social que pretendía torpedear las bodegas del barco bucanero neoliberal. El chico Obama, y los muchachos de Preciado desgraciadamente, se enfrentaban a misiones terriblemente imposibles. La de Barak aún se alargará unos cuantos meses; de momento debe ganar la confianza de sus propios compañeros del partido demócrata. Las esperanzas en el Bernabeu se esfumaron después de que el delantero Van del Vaar equivocase el fútbol con el volleybol y se acomodase con las manos en el área, de un Juan Pablo incrédulo, un balón salido de un punterazo del “guapo” Cristiano Ronaldo, rechazado por el portero. A este “error arbitral” hay que sumar un par de penaltis más en el área del Madrid que el señor colegiado se tragó. Qué fácil se esfuma toda una preparación, buen trabajo, honradez de un grupo de chavales ilusionados y qué rápido se torna todo en injusticia. Para que luego algunos locutores increpen al magnífico colegiado langreano Kike Majuto que, por no “tragar” con los medios, es vilipendiado a discreción e indiscreción por líderes de audiencias varios en las ondas radiofónicas.
A unos mails que envié ese sábado al Sporting; el relaciones externas Leli Rubiera, me contestó con otro en el que me agradecía los ánimos y aseguraba que ante el infortunio, el equipo venía henchido de autoestima. No es para menos. No quiero que se entienda que pretendo convertir a todos los navegantes y visitantes de Neouniversopop, el maravilloso Blog de Casi, en forofos seguidores del que, para mi, es el mejor equipo del mundo. Lo mismo se puede decir del Oviedo, Langreo, L'entregu, Titánico, sin olvidar a todos los chavales del prodigio que Edu, Vega, Santana y más amigos, están haciendo con el Alcazar de Sama. Pero si algo es común es todos estos es la ilusión que desborda por sus poros. Algo que en otras “familias” se confunde con exceso de “parné”. ¿Habéis visto, alguna vez, a un deportista desvivirse, casi de forma enfermiza, pasándose un hielo por el pómulo para que no le salga un hinchazón que le desfigure?. ¡A parte del sábado en el Bernabeu, claro!. Ni tampoco creo que sea de compañeros, de empresa, deporte o de vida criticar sus fallos y ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio. Eso no es ilusión; sino ansia por ser el “mocín” de la películas, el líder en alardes, que no en detalles. El otro delantero; Barral “el tiburón de la Bahía” se pasó todo el partido corriendo hasta extenuarse, como todo su equipo; marcó un golazo, no sé por donde y lo dedicó a un aficionado de Ciaño que fallecido se había incinerado, con la camiseta del 23, meses atrás. Eso si es un halago. Lo otro, me reafirmo, no son más que alardes y balandronadas de pijos prepotentes.
Aquella semana anterior, los medios afirmaban que los asturianos se caracterizarían por la rudeza de su juego y las patadas que canjearían por goles de Ronaldo, Iguaín, Raúl y hasta de su diosa Cibeles. Todo como rememorando cuando en las manifestaciones en décadas anteriores, los astures éramos llamados, “¡dinamiteros!”. Recuerdo unas palabras del gran Emilio Barbón me dedicó de niño, en ellas decía que en una de aquéllas, al llegar en tren a Madrid, había un séquito de señores de gris esperándoles en el andén, para invitarles a retroceder o conocer los acogedores aposentos del cuartel. Él les comentó algo más o menos así ¿Acaso no podemos unos “casinos” venir a conocer la capital;Ho?. Talmente, a veces, Preciado “paez” la reencarnación del maestro. Como siempre; Carpe Diem, amigos.
Heri Gutiérrez García.

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