jueves, 29 de noviembre de 2012

¿DÓNDE ESTÁN LOS POETAS?


Trovaba la malograda Cecilia, allá por los setenta, que a nuestra España, por aquellas muerta, hoy autonómica o federal, solo la despertaba de su siesta los desesperados versos de poetas. ¿Dónde están, pues? Me pregunto yo. Acaso ya no se estilan, o será que las redes sociales los han acallado, amordazado, sino narcotizado.
            Sin que venga al caso, hace unos días, durante uno de mis entrenamientos, deslocalizado por los Llerones langreanos, un conocido, que paseaba desde el muro, me espetó, quizás con cierta sorna, que si había sido censurado por los medios. No sé si lo decía en referencia a los continuos agravios que perpetro contra la Lengua de Cervantes o por lo atípico de mis irracionales razonamientos contra un sistema, el neocon, que nos asfixia. Él lo sabrá. No, no; lo que pasa es que te cansas de estar siempre en el candelero a modo de hippie trasnochado y porque te das cuenta que soltar una sarta de “palabros” no vale más que para ponerse uno mismo de “mal café”. Y no es que esteotro esté ya pa sopines de ajo, pero casi.
            Pero claro, las vicisitudes de la vida cotidiana hacen que hasta el más calmado capullo de alhelí salte de sus casillas y pese a las firmes promesas hechas a uno mismo, para no cabrearse más frente a un momento presente que no tiene arreglo, ni quien se lo ponga, la ausencia de razón complica la astenia del escritor ocasional. Y por ello, te traicionas, juras en arameo, vas  y escribes nuevamente, nunca buscando el aplauso o pretendiendo hacer brindis al sol como otros.
            Y toma lista, o tonta, en su caso.Reformas laborales, que sirven para lo contrario de lo que supuestamente se idearon, crear empleo, como así atestiguan los casi seis millones de parados y las  más de un millón de familias sin ningún ingreso. Amnistías fiscales para quienes oficialicen-legalicen su dinero negro en las lavadoras del Estado, unas y otras, tan inservibles como irreverentes y antisociales. Jóvenes que mueren víctimas de la “cutre” oferta de ocio nocturno. Compatriotas que fallecen por la falta de pudor de la especulación y en cuya memoria se pactan leyes que apelan a la extrema necesidad, para evitar desahucios, tan falaces como los ya caducos, aunque desgraciadamente vigentes, criterios objetivos de empresa para despedir currantes. Y más brindis, estos hacia la grada y el tendido de sol. Venga ya, hombre. ¿Hasta cuándo vamos a seguir en esta senda de guerra del despropósito? Nos creemos el ombligo del mundo y no somos más allá de una república bananera. Ahora, la última, contempla la posibilidad de dar la nacionalidad a aquellos inmigrantes que puedan comprar un piso de más de 160.000€. Doble error, desde el punto de vista de quien ahora os perturba, porque esa medida atraerá a cientos de extranjeros con actividades ilícitas, quizás, poco claras al menos y además insuflará los precios del mercado inmobiliario a niveles superiores a los alcanzados por la especulación de años pasados y criticados. Eso si, seguro que se recaudará más, o no. Pero como la Teoría Económica nos cuenta, existe el problema de la miopía adaptado a su saber, que no implica la necesidad de usar gafas para ver de lejos, es por contra de solución harto más complicada y puede llevar a la catarsis del agente que lo padece. Y en este caso, refiero al Estado como Institución Económico Social.
            Pero no pasa nada, podemos manifestarnos para que no desaparezca un equipo de fútbol o disponer de varios contertulios que diserten sobre las capacidades atléticas y técnicas de los messis-ronaldos de turno. Mientras tanto, si el vecino pasa hambre, se puede quedar en la calle o sus hijos no tienen una educación adecuada o cobertura social mínima, nos la trae al pairo. Luego en Navidad y otras fiestas de guardar nos hinchamos de orgullo porque damos unas limosnillas a cualquier ONG o apadrinamos un negrito en Asía o un chinito en Canadá. Somos tan hipócritas que lo mismo nos da. Nos da lo mismo. Y así nos va.
            Y diréis. Vale listo, y tú ¿qué propones? Nada; mientras estofuncione con un sistema productivo basado en hidrocarburos -para más inri, solo de ciertos países- que son escasos y no renovables, osea se agotan y por ello se encarece la energía y de ahí. Y lo triste es que hay tecnología para superarlo, pero somos cautivos, como los mercados, de las oligarquías internacionales de poder. Menos mal que, según los mayas, todo terminará el próximo diciembre.


                                                                                                          Heri Gutiérrez García

1 comentario:

miguelallende dijo...

Amén. Polo menos queda ún a gusto.